Entrenador personal Madrid

“Salí de casa con la sonrisa puesta,
hoy me he levantado contento de verdad,
el sol de la mañana brilla en mi cara,
una brisa fresca me ayuda a despertar.

Yo digo…

La cuidad parece mi amiga,
hoy es mi día y nadie me lo va a arruinar,
las chicas de la esquina ríen con picardía,
yo sé que es lo que quieren y se lo voy a dar.

Yo digo salta,
salta conmigo,
digo salta,
salta conmigo,
salta,
salta conmigo…

Voy por mi camino sin preocupación,
pasa la gente y me miran mal,
pero no me importa, a mí me da lo mismo,
hoy estoy alegre y tengo ganas de saltar.

Yo digo salta,
salta conmigo,
digo salta,
salta conmigo,
salta,
salta conmigo…
…¡Salta!

Salta, salta…

Yo digo salta,
salta conmigo,
digo salta,
salta conmigo,
digo salta,
salta conmigo…

Salta…”

No he podido evitar empezar este artículo del blog con este temazo de Tequila, una banda de música rock madrileña fundada hacia 1976 y una de las más populares a finales de los 70 y principios de los 80; precisamente del año 1981 es esta canción, “Salta!!”, que me viene que ni pintada para dar pie al tema del que hoy quiero hablaros, los pros y los contras de saltar.

Ya habréis visto en nuestros vídeos de la #operacionmojitochiringuito que, en muchas ocasiones, me gusta empezar las sesiones calentando con unos saltos a la comba; saltar a la comba tiene múltiples beneficios para el cuerpo, como por ejemplo la pérdida de calorías (se queman unas 13 calorías por minuto cuando saltamos a la cuerda a 120 r.p.m. Es decir, en 10 minutos quemamos unas 130 calorías, una cantidad nada despreciable).

Otra de las cosas que más me gustan de este ejercicio es que mejora la resistencia porque optimiza el rendimiento cardiovascular y la capacidad aeróbica; además, se ejercitan tanto el tren superior como el inferior (los músculos centrales del cuerpo, abdominales y lumbares, se implican al máximo en cada salto).

No hay que olvidar tampoco que la comba aporta una mejoría en la coordinación entre los brazos y piernas de una manera eficiente.

Particularmente, a mí saltar además me provoca alegría y me ayuda a liberar tensiones de una forma rápida y divertida.

Pero hay que tener mucho cuidado al saltar, ya que se trata de un ejercicio de impacto que debemos hacer correctamente si no queremos dañar nuestras articulaciones, sobre todo las rodillas y las caderas que son las que más sufren. Yo siempre uso unas buenas zapatillas de running para evitar cualquier lesión y porque me ayudan a saltar y a amortiguar los saltos correctamente.

Ya sabéis que podéis saltar a la comba con una de verdad o con una imaginaria; si decidís coger una de verdad, os recomiendo que tenga la largura suficiente para vuestra estatura. Así no tendréis que agacharos al saltar ni hacer ningún movimiento extraño. Además, aseguraos de mantener recta vuestra columna para evitar sobrecargar la zona lumbar (si dobláis demasiado la espalda, a la larga podríais sentir dolor o incluso lesionaros). Vuestros brazos deberán estar muy pegados al tronco y que el movimiento venga sólo de la muñeca; si además dais saltos cortos y con la punta de los pies, estoy convencida que vuestro cuerpo no sufrirá en absoluto y estaréis saltando de forma correcta.

Y un último consejo no sólo para las mujeres, sino también para los hombres: siempre que acabo una rutina de entrenamiento en la que he sometido a mi cuerpo a mucho impacto y en el que mi suelo pélvico se ha podido ver perjudicado, suelo hacer 20 minutos de hipopresivos para contrarrestar dicho impacto y activar/fortalecer mi transverso abdominal y mi suelo pélvico (os recuerdo que el suelo pélvico es un conjunto de músculos y ligamentos muy importantes para el ser humano, ya que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior. Su función es la de sostener los órganos pélvicos en la posición adecuada, es decir, la vejiga, la uretra, el útero y la vagina en el caso de la mujer, y el recto).

Y nada más; me voy saltando contenta de alegría a Personal, que hoy nos espera un día a tope de entrenamientos 😉